Ciudades y aldeas serbias siguen sufriendo las consecuencias de los bombardeos con uranio empobrecido perpetrados por la OTAN en 1999. La exposición a este metal, altamente tóxico, provocó entre los civiles y entre los propios soldados atacantes cientos de casos de cáncer y mutaciones genéticas. Aun así, la Alianza Atlántica lo ha seguido utilizando como arma en diferentes conflictos, actualmente sobre Donbass. ¿Por qué la organización militar niega los daños de su empleo?