Este invierno promete ser frío en las casas y 'caliente' en las calles europeas. Se siente el hastío de los ciudadanos que no saben cómo van a pagar las facturas para calentar sus casas y ven aumentar por días los precios de los productos básicos. La política europea de transición energética la ha vuelto más dependiente del exterior que nunca. Sectores económicos enteros intensivos en energía corren peligro. Algunos europeos se empiezan a preguntar: ¿Por qué renunciamos al gas ruso?