La precaria situación económica de Egipto obliga a sus habitantes a trasladarse a Libia en busca de trabajo. 21 de ellos, 20 ciudadanos cristianos egipcios del pueblo de Al Ur y uno de Ghana, fueron secuestrados y un mes y medio más tarde, decapitados. Dicho pueblo ahora es llamado por los lugareños ‘el pueblo de los mártires’.