Hay gente que se sale de cualquier esquema, individuos a los que parecen convenirles los más diversos adjetivos por la sencilla razón de que ninguno es capaz de describirlos del todo. Justo Gallego es uno de ellos. ¿Santo o loco? En 1961 empezó a construir él solo una enorme catedral en un pueblo cerca de Madrid. Sin formación de arquitecto. Sin planos. Sin proyecto. Usando materiales reciclados. Su obra es producto de la voluntad, la intuición y el amor a Dios. ¿Santo o loco? Ustedes deciden.